INTERACCIONES Y CURIOSIDADES
Para concluir con todas las vicisitudes que merecen ser contadas voy a comenzar relatándoles sobre una controversial interacción, o al menos poco fácil de comprender en su totalidad (para mí claro). Resulta que iba yo camino a mi trabajo, era un sábado a las 10:30am sin haber desayunado ni lavado la cara, me había sentado atrás del todo en uno de los tantos mugrientos colectivos que van hacia “Satélite”, lugar donde “chambeo” (laburo). El ómnibus venía semivacío, por eso fue extraño cuando un buey se acercó hacia mi asiento y se sentó mi lado; “Pesado” pensé en mis adentros, ya que este tipo tenía casi todo el bus para sentarse y justo viene a posar su ser a centímetros del mío (pasa a menudo en cualquier punto del planeta); Indefectiblemente ya no estaba más cómoda mi extensa humanidad, y por si fuera poco (era poco en realidad) este hombre, apenas 2 minutos de estar sentado junto a mí me dice con voz retraída:
_ “Disculpa, ¿podemos platicar?”
_ (lo miro serio e inmutable), con voz grave le digo: “¿Qué pasa?”
_ “Quiero contarte algo que me pasó, ¿te molestaría hablar?”
_ “Sí, perdón, es que recién me despierto, estoy cansado y en un rato tengo que trabajar, la verdad no tengo ganas, gracias igual”…
_ “Bueno está bien” me dijo este bizarro con mirada de perrito mojado.
Al rato subió al colectivo un enérgico vendedor ambulante al que el conversador potencial ubicado a mi izquierda le compró unas pasas con chocolate; Para no ganarle a su genio seguidamente me ofreció de su adquisición, bien parecían ser ricas, pero el buey fue nuevamente rechazado con otro y rotundo “no gracias”. Nunca sabré qué era lo que le pasaba en sí (no quise), reconozco que cuando me bajé del “camión” seguí pensando durante un largo rato cuál sería la situación que lo tenía afligido. Por otro lado me indigné de imaginar porqué me eligió a mí para pretender contar su condena, en fin, no me arrepiento de nada pero igual fue un sabor extraño el que dejó en mi mente; Me sentí mala persona, incluso cerrado y algo arrogante, aunque en realidad yo no tengo la culpa de que un loco tenga que andar por la vida queriendo conversar sus penas con desconocidos…
Una innegable curiosidad jugó de titular cuando venía yo caminando sobre Chapultepec, en los relojes eran como las 5am, con una que otra pizca de alcohol en sangre mi parsimonia se debatía entre el frío del amanecer y una sensación mental cercana al “no llego más”. Cuando paso frente a un puesto de diarios y revistas veo que había una moto apoyada contra este habitáculo, y ni bien agudizo mejor mi mirada (hago un zoom) diviso que sobre la motocicleta, una de esas XR bien grandes, había un chaparrito durmiendo (¡y roncando!) como un angelito. Además de que entraba perfectamente recostado allí, era incomprensible cómo lograba conciliar el sueño cuando a pocos metros tenía una estación de servicio en la que empleados nada sigilosos descargaban combustible, por lo que olor y ruido fuerte no faltaban (ni el ya nombrado chiflete). Sin embargo el cansancio parecía dominar la escena sin otros atenuantes, instintivamente apenas pasé por su lado tosí, aportando mi granito de arena para así deshacerme de la envidia generada por el “vato” que plácidamente soñaba en la vereda mientras a mí todavía me restaban unas 8 cuadras para dar con mi lecho común y corriente. Sea como sea se le siguió inflando el pecho suspirando oníricamente, un ejemplo de lo que es no renunciar a un sueño…
Concluyo este segmento compartiendo con ustedes la curiosa desazón que, inconscientemente, me hacen y hago creer a los mexicanos. La misma consistente en que este humilde servidor haya nacido en Chile, sépanlo: es (soy) argentino. Es lo más común lamentablemente, ya me habrá ocurrido unas 20 veces mínimo, sucede que luego de que uno les haya parlado con cierta elegancia y elevada expresividad acaban por considerarme como… ¡chileno!; Todo bien con ellos desde ya, entrañables compatriotas cordilleranos, el tema es que no sé de dónde (mierda) sacan eso los locales, no logro dilucidarlo por más esfuerzos cognitivos que pueda insistir, dicen que porque hablo rápido (sí, eso es verdad), si bien estimo que hablo claro y conciso. Por supuesto que no soy una especie de trabalenguas y menos que menos utilizo palabras que pertenezcan al lunfardo chilote. Encima cuando digo que soy de Argentina, me dicen “ah, estaba entre chileno o argentino”, como metiéndonos a los habitantes de ambos países en una misma e incongruente bolsa…Tengo el resquemor de que en realidad se trate de una burla para conmigo, aunque cuesta creer que tantos mexicanos se hayan podido haber puesto de acuerdo para manifestarme la misma estupidez, y por otra parte elucubro que aquellos que dicen que hablo como chileno el problema que tienen es que son unos imberbes, con todo mi respeto se los digo, porque no saben identificar nada relacionado ni a la cultura y formas chilena, ni a nada argentino más allá de Maradona, el asado o Soda Stéreo.Igualmente sé que no podré hacer nada para evitarlo así que mejor me conformo con contárselo a mi querido auditorio de lectores.
PERSPECTIVAS DE APRENDIZAJE
La primera de estas breves perspectivas para mejorar, no quiere decir que lo que no escriba aquí sea porque lo sé a la perfección (de más está decir creo je), se basa en aprender a respetar los “no códigos” del ciudadano mexicano promedio; Por algún motivo ancestral acá la gente se ha malacostumbrado desde siempre a estar siendo abarrotada y apiñada cuando se transporta, actuando en consecuencia por instinto y casi sin pensarlo, algo que denota ese lado como egoísta que hay en los mexicanos (ítem que más adelante desarrollaré con profundidad, allá cuando no resista más de la tentación de investirme de criticador omnisciente, con sus porqués). Esto le hace a México ser un territorio íntimamente ligado a aires recelosos innegables, de absolutamente cualquier cosa que ustedes puedan imaginarse, empezando por el color de piel, la cara de uno (ufff), la forma de hablar y la ropa…Entonces no está mal, que me haya dado una muestra gratis de impotencia, ver a una morruda masa de 13 personas salir empujando y efectivamente salir airosa del vagón del Metro (frenado en la estación “Salto del agua”). Lo cierto era que en el medio justo se encontraba un desgraciado señor de unos 53 pirulos, el cual inexorablemente fue embestido de tal manera que cayó de cola al piso; Qué feo pobre don, lo que resultó cómico fue que de rostro traía una cara de póker extrema, que debe haber sido la causante de tanta impunidad a la hora de pujar por parte de los desacatados. Yo miré todo desde mi altura característica, para variar entre tanto metro sesenta y cinco lindante, más que apretujado por otro pasajeros y deleitado desde la puerta de enfrente del mismo vagón. En fin, nadie lo ayudó a levantarse, una vez en pie el hombre se apoyó sobre un rincón y se quedó obnubilado, parecía concentrarse en sólo quedarse observando en dirección a un punto invisible del horizonte, “visiblemente” resignado como Clarín tras perder la guerra de Malvinas (¿?). La compasión digamos que matizó mi alma algunos minutos más, pese a todo yo debía ser uno de los pocos testigos que le deseó un porvenir menos abrupto que ese que padeció merced a la brutalidad de sus coates.
Para enmarcar el fin de lo que fueron los días 100 y 120, quiero agradecer con este espacio la motivación de contar un otro más refinidado y culto para poder volcar mis letras y deidades terrenales como curioso redactor para la productora bonaerense “Jambalaya” (www.jambalayaweb.com) , allí se me permite dejar una especie de bitácora con lo que de México me excita, yéndome a un punto más lejano que lo que este blog inspira a contar. Se trata de otro tipo de experiencia narrativa en la cual lo filosófico y volado, si se quiere, tienen más lugar, además de que hablo en consideración a otras afectaciones y resquicios que encierra la polivalente sociedad mexicana. Fuera de esto yo ya colaboré con ellos para su revista virtual de nombre Toad Trippers la cual se descarga en PDF y les aseguro que ostenta un contenido que nada tiene que envidiar a las mejores publicaciones de nuestro país, sobre todo aquellas vanguardistas que combinan géneros y temas, y le dan importancia solamente al arte, despreciando rellenar su producto con falsos intereses (pueden ver el nº 3 online, en la página 92 se lee mi nota). La colaboración inicial que hice está en el nº 2, más precisamente en la página 42, trata sobre el error y sus variantes, donde cito ejemplos y posturas que para mí no podían ser omitidas. Por lo tanto es un orgullo, a fines de octubre, haber pasado a ser miembro estable de Jambalaya, mejor dicho considerarme parte de esta movida cultural que además de esto hace historia con un mega-mural hiper-colosal porteño, que aunando artistas viene recibiendo pintura, elogios, y amor desde más de un año, y que cuando se termine y quede como una gran obra va a dar que hablar más de lo que ya. Por su supuesto que encontrarán más información en el sitio web antes citado; La idea para con la página es hacer una nota mensual, con suerte (je), y darle sentidos distintos a la vida mexicana, para que lean aquí y allá qué implicancias mentales tiene mi visceral aventura por lo desconocido. Les dejo el enlace a mi perfil de SPEAKER CORNER: http://www.jambalayaweb.com/#/nota/SpeakersCorner/exfoliacion-social/
Abrazo y en unos días estamos de nuevo…
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