PERDIENDO LA DESCONFIANZA (nunca del todo)…
El tiempo transcurrido se prolonga inadvertido, avanza resolviéndose en ciclos (digamos bimestrales) tras los cuáles veo que en cuyo destino descansan ilusiones más que positivas. De hecho estos pálpitos, con el correr de las semanas, parece que acabarán por cristalizarse de una vez por todas; El tema preocupante estuvo radicando en que acá lo común es que las cosas se alarguen y estiren casi sin razón, uno confía en lo que le prometen y después nadie paga a tiempo ni cumple lo esgrimido, por lo que hay que adaptarse a que siempre hay una vuelta más para todo. Por eso la economía ha sido uno de los puntos sobre los que más redundó mi mente entre los días 120 y 140. Hasta ese entonces venía sobreviviendo con mi última reserva de dólares, los cuáles se merecen todo mi respeto por ser duraderos en cierto modo, pero como dice la canción "todo tiene un final, todo termina". Y por cierto un no tan buen día quedé en cero, en 0,0, por lo que debí pedirle prestado un par de billetes a mi amigo, manager, y consejero espiritual Santiago. Es crítico saberse sin un mango (lana le dicen acá), si bien al menos viva bajo un techo digno, la salvación podía entonces haber estado a través de la extensión de la tarjeta de mi amado padre, sin embargo cuando fui al supermercado a abastecerme de víveres descubrí que la tarjeta había expirado…(varias puteadas al aire de por medio)…La desesperación golpeaba mi puerta, con los últimos 13 pesos (antes de que Santi me diera el préstamo, fue al día de siguiente de esto) me dirigí hacia una despensa a buscar un paquete de arroz, lo cierto es que el paquete del integral costaba 14.50, así que le dije al flaco que me atendió: “a ver si llego…” y comencé a sacar monedita por monedita hasta que puse sobre su mesada mis benditos 13 pesos; El buey me miró con cara de lástima y me dijo comprensivo: “está bien no te preocupes, cuando tengas me traes lo que falta, en serio”. Entonces esa noche desesperanzada cené arroz con sal y aderezo césar, agua y un cigarrillo de postre. A la semana siguiente recibí un depósito de parte de la agencia que estoy trabajando que me ayudó a llegar a escribir esto, por otra parte remarco que la marca del producto lo dice todo:
No es que en esta ciudad el dinero se te vuele de las manos, aunque si uno se relaja y se aboca a gastar sin pensar, por unos días, se dará cuenta de que si bien en Argentina las cosas estén un poco más caras, acá no podría afirmar jamás que sea todo mucho más barato (mucho menos que sea sencillo ahorrar). Por lo que desde ese entonces he intensificado la minuciosidad en materia despilfarro, algo que en mis primeros dos meses no reparé mucho en hacer, y de seguro se debe a eso que me he alarmado económicamente, así que de aquí en adelante el relax turístico no se hará muy presente; Lo fundamental será adoptar una postura tercermundista a la hora de administrar mis escuetos ingresos, mejor abocarse a disfrutar de la naturaleza y sus bondades…
VIVIR SOLO CUESTA VIDA
Para dar el puntapié inicial en materia bizarreada, para esta nueva veintena, me detendré en algo que pasó de ser extraño y desubicado a ser un prejuicio mío que sólo contenía una triste realidad. Estaba yo trabajando en el colosal centro comercial donde voy 3 veces por semana, y en una de esas siento la necesidad de ir al baño para hacer lo primero (puedo ir sin pedir permiso por fortuna, así que ante la duda voy bien distendido y sin reparos). Consumado el hecho me dirijo al lavamanos en busca de agua y jabón, aclaro que no hay baño para el personal sino que utilizamos los mismos que usan los clientes; En fin, me puse mucho jabón, me enjuagué como corresponde, y cuando me doy vuelta para poner mis manos debajo del secador veo a un señor de espaldas, a unos 4 pasos de mí, que hacía ademanes incomprensibles, entre ellos un movimiento combinado y poco ortodoxo con su cintura, brazos y cabeza…Ni bien se voltea el hombre deja ver su "pingo" (sí, sí, "eso", perdón) colgando y para colmo se encaminaba a apoyarlo en el secamanos; A lo que instintivamente yo salí disparado para afuera, más que despavorido, mientras vi como se activaba el secador y el hombre intentaba acercar su elemento...burlesco. Semejante escena provocó que de inmediato les comentara a mis compañeros, de hecho estos se sorprendieron incluso en mayor medida que quien les habla, por lo que los desafié a que esperaran que este señor saliera del baño para que me crean que se trataba de alguien que evidentemente no estaba en óptimas condiciones. Cuando él salió vi como su mujer (o hermana, o algo) le subió el pantalón, le prendió los botones y le abrochó el cinturón, las miradas entre mis coates laborales y yo fueron más que obsecuentes, en cuanto a que no había dudas de que el pobre hombre rozaba la senilidad a tal punto que le hacía exhibir esas ocurrencias extravagantes; Una vez más fui víctima de uno de mis preconceptos para con los mexicanos, cuando en realidad debería de haber sido pertinente pensar en las luces humanas luchando por no apagarse del todo, elucubrando recursos tan originales como indignantes.
DECEPCIONANDO ILUSIONES
Cerrando esta primera entrega compartiré la historia del FM3 (permiso laboral), documento que por cierto en ese entonces estaba apenas comenzando en su trámite, y que sabía yo era indispensable para poder abrir una cuenta de ahorros en los bancos locales. Por si las moscas me tomé la molestia de ir a una serie de estos para confirmar mi creencia. Luego recibir la negativa de dos bancos, en los que pude ratificar mi idea e imposibilidad de darme de alta, me senté ansioso frente a la necedad mental de una ejecutiva de cuenta que pensó que no era necesario que yo presentase el FM3; Cuando esta gordita me aseguró 2 veces seguidas que no haría falta mis ojos brillaron con una fuerza trascendental, ni bien ella percibió mi alegría (momentánea), me dijo que espere porque le había entrado la duda. Posterior llamado de la señorita al gerente, para corroborar, fue el que hechó por tierra mi ilusa esperanza, y me obligó a seguir depositando mi confianza en aquellos empleadores que pagan al corte, o sea en negro, o sea en el momento. En la vientena siguiente tendrán una idea de cómo pude salirme de esta (otra) angustiante situación en la que el ser argentino me pone.