Por más atrasado que uno venga: viene, y bajo ningún concepto voy a quedarme con las ganas de contarles lo más desopilante, o al menos extravagante, entre las situaciones que esta insólita vida mexicana me propone más que seguidamente.
MUDANZA INESPERADA
Mis benditos ahorros literalmente escaseaban entre los días 140 y 160, mi futuro era por demás incierto, la verdad era que no tenía muy en claro que ocurriría: si me mudaría a un cuarto barato en algún recóndito rincón del D.F. (el DeFectuoso), o si continuaría en la recámara que me alquilaba hasta ese entonces (aunque ese precio se estaba haciendo un tanto altísimo e innecesario).
Incertidumbre también había por otra parte en la gentil Colonia Escandón, porque Roby y Lalo (los “roomies” con los cuáles compartí techo en parte de julio y agosto) atravesaban un momento de desconfianza total en su edificio/depa; esto debido a que la mujer a quien se le paga el alquiler les había informado que debían ¡3 meses! de renta (otra que Don Ramón los muchachos parecían). Ellos argumentaron creíblemente que esa deuda era en realidad inexistente, porque siempre pagaron a tiempo, sin embargo Marta (la encargada) no lo vio así. La fluctuación duró unos días hasta que de alguna forma misteriosa la deuda quedó “condonada”, esta situación de impotencia apuntó a dejar en claro que sobraban resquemores referidos al futuro, las tramoyas que esta Marta pudiera encauzar estaban latentes; finalemente provocaron que Lalo se mudara a otro lugar, sintiéndose él una víctima impotente y aduciendo que Marta no lo quería ni un poquito, además de todo ocurría que ella no les daba ningún recibo ni nada por el estilo (como para poder rebatir la falsa acusación).
Al fin y al cabo mi situación podía aclararse (inclinarse) de un modo tal o hacia otro (por demás distinto), desde mi agencia incumplidora me debían cierto dinerito que contemplaba el pago de una buena parte de lo trabajado; dicho monto daría por tierra mi pésimo estado económico y así pasaría yo a poder elevar “un tantito” mi nivel de vida. Una buena tarde llevé mi PC (esta) a lo del Roby para ver online un partido de Boca, Lalo ya había comenzado su mudanza y como obligación debía encargarse de conseguir un reemplazo, terminado el juego llegó Lalo y se puso a sacar algunos objetos de su cuarto; al rato lo llamó al Roby para hablar, en tanto yo estaba viendo televisión mexicana bien horripilante, a los 10 minutos ambos me llaman a mí para conversar. Resultó que se les había ocurrido que yo era el reemplazante indicado, además de que al siguiente día a mí ya me tocaba pagar la recámara para poder quedarme por 15 días más (de hecho no tenía para pagar todo un mes entero, sí, un desastre). Lo que siguió fue a mí viendo cómo ellos dos me convencían, todos era pros y contras no habían, incluso restaban aún varios días hasta tener que pagar la renta (lo que me daba un respiro como para esperar a que me depositasen mi guita). Pero esto a su vez dependía de que mi abogado me entregase mi permiso de trabajo, y que yo luego haga los trámites pertinentes para ser un ciudadano que paga impuestos y contribuye con el sistema tributario mexicano (algo que pocos hacen correctamente entre los extranjeros). Lo cierto es que el "riesgo" de entrar a vivir a un depa donde la encargada no es de fiar no fue impedimento para proseguir con lo que consideré ideal, sin temores acarree mis cosas y otra cosa (valga la redundancia).
Entonces me aboqué a poner toda mi entera mente en aras hacia una vibración positiva, para eso fue que finalmente me decidí y me mudé con Roby por 2da vez, para mejorar mi nivel de vida en sí y pasar a tener mi “propio” hogar y no tener que vivir más en una casa en la cual a las 20hs la señora apagaba las luces (viví 3 meses allí, quizá ella se dormía temprano por tener 70 años je, igualmente un amor la doña)…Y de esa forma el milagro se dio: a la semana de haberme mudado me llamó el cuervo para darme mi documentación, le pagué con plata prestada lo que le debía; obteniendo al fin lo que tanto había añorado, ese imprescindible FM3, realmente sentí que me había regresado el alma al cuerpo, porque podría estar bien de plata por primera vez desde mi llegada. A la otra semana ya había saldado todas mis deudas y solamente me restaba disfrutar del producto de mi sacrificio y sobre todo de largos meses sin poder darme algún gusto más allá de fumar cigarrillos.
Por si fuera poco la agencia volvió a contratarme, esta vez para promocionar el mejor ron del mundo durante diciembre; es una delicia guatemalteca sin igual que se toma solamente con hielo, si se mezcla con gaseosa se echa a perder prácticamente. Es una bebida de lujo que no se vende en argentina, está añejado durante 23 años y por esto tiene un precio algo elevado; vendí lo más que pude, poniéndome esta camiseta fue que me aseguré algo más de ingresos de cara al inicio del 2012. Todo viento en popa vislumbré…ustedes en la foto vislumbran mi cuarto actual.
ESA CORRUPTA COSTUMBRE
A modo de cierre les mencionaré un episodio ridículo que soporté justo el mismo día del sismo ocurrido por estos lares, de la escala Richter alcanzó los 6.8 grados y se trató de un temblor impresionante según los sacudidos que lo sintieron; yo por mi parte estaba trabajando dentro de la tienda y no llegué a percibirlo, creo que por suerte, suponiendo que no debe ser muy agradable darse cuenta de que el piso se mueve estrepitosamente (igual un par de mis compañeros sí lo advirtieron).
La historia comenzó apenas terminó el horario laboral (20hs), salí cansado de la tienda y me fui en carro con otros 3 compañeros demostradores/promotores. A bordo íbamos: uno que trabajaba como asesor de vinos (el dueño del auto, aunque no tenía degustación para convidar), un representante de la famosa crema de whisky irlandesa (con su botella disponible para beber), y una joven mexicana quien también nos dejó probar del brandy que vendía, todo esto sumado a “mi” exquisito ron (el cual obvio asimismo bebimos).
Veníamos a velocidad crucero y riendo, oyendo un compilado de rock en español que este guey tenía, Vilma Palma fue el punto más bajo y tras el cual lo insté a que cambiara de música. Entretanto seguíamos rotando entre la variedad de alcoholes sabrosos que nos rodeaban, en un momento dado yo empino mi vasito con brandy y sin querer miro hacia la izquierda para inesperadamente observar que al lado nuestro venía la policía; los dos oficiales que venían en el auto evidentemente se me expresaron con una cara tal, que en mí se tradujo como que ambos se dieron cuenta fácilmente que yo había tomado con el carro en pleno movimiento (desde ya), y con la posibilidad de que todos vengamos bebiendo dentro (como lo era...). Ostensiblemente la patrulla aceleró su paso y prendió su sirena, segundos más tarde frenó su ampuloso porte delante de nuestro carro (bruscamente), se bajaron ambos dos y nos ordenaron que descendamos del vehículo, en ese ínterin dejé mi vaso casi vacío debajo del asiento del conductor. Lo primero que hicieron fue pedirle al dueño del auto que les dijera si había bebido mientras conducía pero este se los negó rotundamente, incansables los milicos le exigieron que Iván les tirara su aliento y así lo hizo (milagrosamente las ratas no lograron olfatear la graduación). De inmediato prosiguieron a inspeccionar el interior del auto, esas pocas gotas de brandy que quedaban en mi vaso fueron a parar al piso sin dudas: así fue como el policía se dio cuenta de que yo sí venía tomando, luego extrajo el vaso y me preguntó porqué venía bebiendo ya que yo debería de saber que eso estaba prohibido e implicaba incumplir las leyes establecidas. "No venía tomando le dije" (caraduramente), me pidió identificación y le facilité la fotocopia rotosa de mi pasaporte, por suerte no pareció molestarle demasiado que su "presa" haya sido argentina; pero igualmente y sin pensar el cana fue y me revisó la mochila, por ende encontró la botella de ron a la mitad, luego de recibir su mirada furtiva le dije que en realidad estábamos exhaustos después de un agotador día de trabajo, que éramos promotores de bebidas alcohólicas y que solamente habíamos tomado un vasito cada uno y ya (menos el conductor claro está). Solamente se miraron entre ellos buscando al interlocutor correcto para decir que lo tenían que decir, pero ninguno tomó la iniciativa, sabían que les iba a discutir a muerte...
Le sonó el radio a uno y ambos se alejaron unos pasos para platicar unos minutos (entre ellos), conversaron los ineptos y a los pocos segundos ambos se me vinieron encima sin vacilar. Esos azulados plagados de hambre por ser coimeados me dijeron que me llevarían detenido, pero para que hablara con el juez de instrucción civil y le explicara toda la situación, mientras tanto uno de ellos abrió la puerta trasera del móvil y me invitó amablemente a ingresar al mismo; le respondí sin titubear que no iría a ningún lado, primero porque conocía mis derechos perfectamente ("¡conozco las leyes migratorias a la perfección!" batí), y segundo porque no había hecho nada malo en concreto.
Estaba tranquilo en mi interior, más que nada porque desde el vamos aquí siempre se arreglan los inconvenientes con tan solo poner en escena un incentivo económico (por más que sea de poca monta), siendo la única y por excelencia vía infalible para salir impune de situaciones complejas. Lo malo era que bajo ningún concepto yo iba a dejarles un puto peso a esas ratas inmundas, si bien no olvidaba que si algo se ponía turbio el billete haría todo por sí solo, empero la situación se manifestó tan incierta como querer explicarles bien la cantidad de frío y viento que nos atacó durante los 25 minutos que duró todo el "pedo" (como dirían acá).
Mis compañeros se miraban azorados tras yo negarme a obedecer la orden de entrar, por primera vez, a una fucking patrulla; por ello fue que uno de los oficiales, algo impaciente (¡lo entiendo eh!), se puso firme para tomarme del brazo y seguidamente intentar dirigirme a la fuerza hacia el interior del móvil, pero me solté justo antes de que lograra hacerlo. Fue el instante más polémico de todo este largo viaje mexicano les diría amigos, porque ni ellos mismos entendían cómo solucionar mi vehemencia negada.
La escena volvió a darse de nuevo, casi con todas las mismas palabras y gesticulaciones (tanto de su parte como de la mía), obstinadamente me volví a hacer respetar dentro de mi capricho...Unos segundos de silencio pasaron lentos e hicieron que el conductor de nuestro auto levantase su voz para decirme que me vaya para atrás, que él se encargaría de todo; de paso así me distancié unos pasos del amenazante carro policial y sus luces encandilantes, y de la policía en sí (naúseas se me aproximaban de tanto olor a excreción). Mi amigo caminó hacia los susodichos, les habló poco menos de un minuto, cuando volteó fue para decirme: "vamos rápido antes de que se arrepientan".
Lo que pasó fue que él les dió su mano y en ese apretón les entregó 100 pesos mexicanos, y eso fue todo. Nunca fui ni iré preso en toda mi vida, ni cerca estuve de ir (que yo recuerde), por lo que esto que viví fue realmente un desafío para mi aún virgen orgullo no carcelero jeje, misión cumplida dicen...
Nos vemos en estos días...Abrazo.