jueves, 26 de enero de 2012

Octava Veintena - Capítulo 1

LARGA VIDA AL PUNK ROCK

Comenzando con la descripción de aquello más importante entre lo ocurrido, intentaré recuperar lo que me dejó una noche de sábado allá por fines de noviembre. Por ser amigo de Matías Carricart, actual jefe de prensa del grupo argentino El Otro Yo, logré enterarme de este interesante show en el Distrito. Mati se tomó la molestia de notificarme vía “tweet” que los muchachos oriundos de Temperley se presentarían en esta ciudad, así que no dudé en solicitarle que me pusiera en su lista de invitados (sin cargo, claro). Ante tal oportunidad aproveché y agregué a Santi para que él también pudiera conocer a uno de los mejores créditos de nuestra música…Parecía mentira que con sólo dar nuestros nombres nos dejarían entrar; lo cierto fue que mi amigo pasó a buscarme a la salida del trabajo con un barril de 4 litros lleno de Fernet (con coca bien frío). Por mi parte lo invité un par de tacos bien picosos antes de ir hacia el Foro Alicia, lugar donde se llevaría a cabo el recital. 

Pasaron unos 5 vasos per cápita hasta que llegamos a la Colonia Roma (Rockma), una vez en la puerta pregunté por el manager, a menos de un minuto me presento ante el mismo para comentarle mi necesidad de entrar, a lo que él me pide mi nombre (y el de mi acompañante); como correspondía pasamos de inmediato y tras unos 15 escalones cuesta arriba quedamos dentro de un sucucho como mucho discreto. El tinte rockero de la velada lo dio, sin dudas, el magro olor a sudor sudaca y “suadero” (“suaperro” como le dicen aquí a este tipo de corte de carne finito tipo matambre y de sospechosa proveniencia). Visiblemente había algunos varios argentinos, parejitas punks, y murmullos indescifrables más un tantito de cerveza barata. Iban menos de 4 minutos de aterrizados en este tugurio y no da que de golpe aparecen los 4 músicos para así darle rienda suelta a un real bardo. Entre tema y tema Cristian Aldana no dejó de proferir grandes cantidades de palabrotas, sacado a frases bien groseras para arengar al público quién al principio no agitó demasiado. Por otro lado la lista de temas había sido conformada y elegida por los fans, quiénes participaron desde la página de Feisbuk; la verdad que fue otra iniciativa valiosa para recolectar y persuadir a nuevos seguidores. Bien ahí.

Entre otras piezas por demás ruidosas sonaron: “Alegría”, “Corta el pasto”, “69”, “Caries”, “La tetona”, “Sexo en el Elevador”, “Yo te amo”, “No me importa morir”, “La música”, “Hoy aprendí”, “Desatándonos”, “10.000.000”, “Mascota del sistema”, “Me harté”, “Inmaduro”, “La Ola”, “Filadelfia” y “Autodestrucción”. Mientras María Fernanda entonaba con su dulce encanto esta última pieza (de su LP “Espejismos” del 2004), venía todo casi perfecto sacando algún leve acople, sin embargo justo delante de nosotros un buey grandote enloqueció y dió una serie de saltos en cualquier dirección e incluso chocó algunas gentes. Nadie le dijo nada hasta que se topó con la flacura de una “porteñita”, al milisegundo la misma lo increpa (si bien no entendí lo que le dijo exactamente); como respuesta este desacatado opta por intentar empujarla (movimiento suave pero realizado al fin), en ese mismo momento el novio de la argenta (o algo) logra interceptar los brazos del mexicanito loquillo; en medio del cruce traté de calmar la bronca entre estos dos, empero mi acción causó la reacción deduzco (je), ya que este energúmeno respondió el agarrón con un cabezazo que pareció más de lo que fue, aunque fue determinante, el instinto pudo más y la paz cesó un pocos minutos. Lo gracioso era ver esas imágenes cuando la letra que se oía decía “¿porqué habrá autodestrucción en la humanidad? Que estupidez”…Por suerte no pasó a mayores, lo innegable es que ambos fueron muy “pinches pendejos”, creo que esa especie de “mariconada” hay que pensar que era ineludible, considerando que el marco de la noche de un contaminado tontuelo aburrido le hizo salir a “chingarse” a un joven desprevenido (así fue al fin y al cabo).

Gustosamente y para mi felicidad moví mucho la cabeza, hubo algo de tibio “mosh”, uno o dos “pogos” y ya. El sonido terminó siendo bastante aceptable, la banda sonó “chingona” y lo mejor fueron los temas interpretados en sí, algo que está bueno porque no se trató de otra insípida demostración de la típica burocracia barata que vemos en la mayoría de nuestro rock, expuesta por grupos que tocan más lo que se les pide que lo que ellos mismos quieren (siempre hay excepciones claro). En conclusión: algo real y para destacar ocurrió en el Distrito de la mano de El Otro Yo. Les dejo el video de los pibes tocando el último tema, en la intro ya deja evidenciado el nivel de adrenalina que manejó Cristian...



UN TORMENTOSO VIAJE RELÁMPAGO

Un bendito domingo el plan era ir al “Rollo”, lugar camino a Cuernavaca, donde nos esperarían las atracciones de un parque acuático. La ronda del mate y los integrantes del auto la compusimos: Santiago (dueño del carro), Roby (mi roomie), Coco (el músico), Manuel (Mr. Perú 2010) y quien les habla. Con la firme idea de pasar una tarde divertida se nos dio por comprar una botella de nuestro queridísimo Ferné; de esa forma el inefable barril de Santi volvió a ser rellenado con esa bebida tan particular, un licor de hierbas que le gusta a cualquier ser humano, doy fe porque nunca nadie me dijo que le pareció feo ni nada parecido, esto incluye a varios personajes locales quiénes tuvieron la suerte de que les convide. Una vez en la carretera correspondiente nuestro brebaje iba haciendo lo suyo, la diversión que puede conferir el Branca volvió a hacerse presente; por esto fue que entre copa y copa Santi proactivo propuso ir hacia Acapulco en vez de ir a “El Rollo”, todos pensamos que se trató de una broma así que Santi frenó el auto a un costado para sugerirlo nueva y formalmente. Ponernos de acuerdo fue fácil, finalmente acordamos ir hacia esa tierra peligrosa y de míticas playas, cada uno de los allí presentes haría un esfuerzo económico que no estaba en los planes, en referencia a la cantidad de peajes (cuotas le dicen aquí) que nos aguardarían durante el recorrido (tanto en la ida como en la vuelta); de hecho el presupuesto de cada quién no era lo suficientemente nutrido como para afrontar lo que se vendría, esto incluía también la nafta (combustible se dice), la cual sería un gasto importante debido a que la distancia a recorrer se había incrementado en más del doble. Para que se entienda: en vez de hacer 2 horas de ida y dos de vuelta, hicimos 4 para ir y 4 para volver…
Desde que la música de Sumo ayudó a que el viaje no se nos haga tan extenso, lo que nos preocupaba un poco (todavía nos quedaba alcohol) era saber si llegaríamos a un horario prudente para ir a la playa. Arribamos a la cautivante Acapulco alrededor de las 16:40, las palmeras que vimos fueron un abuso, bellísimas y por todos lados se nos ondeaban. Minutos más tarde estacionamos el carro sobre una avenida plagada de hoteles de lujo, después caminamos por el sendero de uno de ellos para salir hacia el mar, por fortuna al experimentado Santiaguito no le costó mucho eludir al empleado del hotel diciéndole que estábamos alojados en la habitación 503…Una vez convencido al servidor este nos fuimos casi corriendo en busca de la tibieza sagrada con la que el agua nos recibió.
                         
Tanta alegría no se terminó, lo que sí pasó fue que cerca de las 19hs decidimos partir rumbo al condominio de Santi (compartido con otra familia); no cabían dudas de que debíamos bañarnos y comer algo bien delicioso, tomando en cuenta que en el patio había una parrilla según nos adelantó infalible Santi. La llave para entrar no la teníamos pero sí confiábamos en hacerlo por la ventana, según dijo Santiago lo había hecho en oportunidades anteriores. El grandioso chef Roby creyó que unas costillas de cerdo y un vacío serían el alimento que mejor nos vendría, pecado dudar de aquello; verduras varias, carbón, refrescos, pan, cervezas y snacks iban también a ser de la velada. La inversión nos dejaba a casi todos en paupérrimas condiciones para el día venidero, empero a nadie le importó porque la voracidad de los estómagos hacían unos ruidos algo descontrolados. Mientras imaginábamos la panzada que venía recorrimos un poco el centro coqueto de Acapulco, al rato ya íbamos a sortear nuestro primer escollo: el guardia de seguridad; Santi encaró el portón como si viviera allí todo el año, los de vigilancia no parecían ser tales y nos permitieron acceder saludándonos con la cabeza, se apoderaba de nosotros una real felicidad al vernos concretar la hazaña de finalmente haber alcanzado nuestros fines, sólo nos restaba entrar por una simple ventana...Ni bien doblamos la calle que nos dejaría en la posada Santi comienza a confundir cual era realmente su casa, no sabía si "esta o aquella" (una estaba ocupada y la otra no), seguidamente se detuvo a pensar unos minutos en los cuáles el aire pudo haber sido cortado con una tijera. La incertidumbre prosiguió hasta que Santiago recayó en que "nuestro hogar" era el que ya tenía inquilinos.

Un par apenas de murmullos dentro del auto sirvieron para delinear el sentimiento generalizado, la decepción era quizás el más notorio, este precioso country no iba a poder pertenecernos como queríamos. No hubo discusiones de ningún tipo, lo que sí decidimos fue volver al supermercado a que nos devuelvan nuestro dinero (chau asado obvio). Así que salimos del tiempo compartido e hicimos el cambio de los productos, luego cabizbajos encaramos para una taquería, esos tacos fueron seguramente una excelente forma para alejar los fantasmas de mala energía que se habían presentado en un incierto momento. A continuación nos dispusimos a discernir dónde dormiríamos, la primera opción fue ir a averiguar sobre algún hostal pero eran extremadamente caros, lo mismo ocurriría con las habitaciones y cabañas que preguntamos. Así que por "default" la única que nos quedaba era dormir en la playa, en el auto, o en el jardín con piscina que daba a la casita del country. Ya a poco de cumplirse las 12 de la noche volvimos a entrar al condominio, ya provistos de apenas una coca de 3lts, un refresco de toronja, y algunos caramelos para pasar la noche, ¡ah y cigarros por supuesto!; Una vez allí no voy a decir que terminamos siendo los mejores amigos de la vida, considerando que éramos una mezcla, no por las nacionalidades en sí ni porque Santi sea argentino pero viva en México hace 18 años, me refiero a que lo que pasó nos enseñó a no ser tan idiotas por no decir "inconscientes".

Infinidad de chistes sin sentido o con demasiado carácter fueron lo que más promedio los comentarios, rivalidad Perú-Argentina aunque no haga falta, burdas borracheras, papelones o lo que sea. Desde ya que la mala educación mostró sus dotes, Mr. Perú se acordó que no teníamos inodoro y se dió el gusto de hacer lo segundo en la "alberca" (piscina). No hubo nada flotante ni el agua aparentaba estar sucia, en realidad lo que hizo fue limpiarse los restos después de haber defecado en el césped (lejano por suerte)...
A todo esto en la casa, la cual estaba a unos 30 o 40 metros de dónde nosotros acampamos, se veía por una ventana que estaban viendo la tele, afuera había una 4x4 detenida donde tendría que haber estado el carro de Santi; por supuesto que no podíamos hacer ruido en exceso, como para no para no pasar un momento de mierda digamos, yo llevé la bandera del silencio o la voz baja a lo sumo. Uno de los "picos" de la noche lo marcó el bendito instante en que se oyó la puerta de la casa y salieron 2 jóvenes, todos nos escondimos entre las piedras ubicadas al lado de la alberca, de pasada nos reímos sin sonido como bobos por lo que nos provocaba la absurda situación. Asimismo la salida de la parejita significó su partida del lugar, al ver como se iba esa camioneta empezamos a elucubrar los pasos a seguir. Por un lado supe pensar que el tiempo justo para entrar a la casa eran 30 minutos, lo mínimo prudencial, por otro lado las luces habían quedado encendidas por lo que en el peor de los casos nada sería lo que parecía (LPM). Tras 23 minutos la pareja regresó...pero nuestra imagen acechando no se las puedo explicar como quisiera, en esa espera además hubo uno que se comió todo, un mosquito quién gozó de mi sangre e invitó a sus familiares a que hagan lo mismo con la de los muchachos. Por su parte Manuel no pudo con su genio y de un torpe movimiento tiró las gaseosas de tal forma que ambas perdieron prácticamente todo el gas y más de la mitad de su contenido...
Lo que quedó fueron los cuerpos de Roby y Coco sin esperanza intentando dormir boca arriba sobre el pasto y con la cara tapada para evitar ser picados. En tanto que Manuel y Santi durmieron en la parte de adelante del auto y yo un rato en el borde de la pileta y terminé acostado en la parte de atrás del vehículo. De todas formas, incomodidad mediante, pese al frío del amanecer, más mosquitos y algo de hambre, el objetivo era despertar lo más temprano posible e ir a la playa para al mediodía emprender la vuelta. Con el billete que nos quedó compramos unos cafés y unas donas, fuimos a la playa y nos volvimos a sorprender con la impronta del mar descansando en esa costa tan calma del Pacífico (cuak)...Les dejo unas tomas de mi inspiración:



No dieron las 11am que ya nos sacudimos los pies para darle play al retorno, los peajes los pagaron entre Coco y Santi (¡algo les correspondía también eh!, yo había puesto la lana en los de ida je); las caras no dejaban ver aquella emoción que sí tenían un día atrás cuando Acapulco y su encanto se les (nos) mostraba tan accesible, no señores no todo es tan sencillo, pero sí fue una bonita experiencia no lo negaré.


Volví tarde pero volví, vacaciones le dicen, nos vemos en breve porque hay muchísimo por contar.